Los aeropuertos australianos han comenzado a utilizar
sistemas de reconocimiento facial, de iris y de huella dactilar,
algo que permitirá a los pasajeros poder acceder a todas las zonas y
salir del aeropuerto sin mostrar su pasaporte ni interactuar siquiera
con ningún agente.
El proyecto "Seamless Traveler" está dirigido a permitir que ese tipo de controles
sean mucho más simples y más automatizados, de modo que los controles personales se centren únicamente en pasajeros "de alto riesgo".
Un proyecto biométrico especialmente ambicioso
El sistema parece
un sueño hecho realidad para todos los que se enfrentan a largas colas en las aduanas de los aeropuertos tras un vuelo internacional.
Sin embargo aún tendrá que superar muchos retos técnicos, porque no
hay un sistema global que solucione las necesidades de los aeropuertos
australianos. Un portavoz del Departamento de Inmigración y Protección
Fronteriza (DIBP) ha indicado que este organismo ha creado un concurso
en el que empresas especializadas
tendrán que ofrecer soluciones para este ambicioso proyecto
Para el DIBP estos sistemas serán la
evolución perfecta de los llamadas SmartGates
(en la imagen que encabeza este artículo), los puestos en los que los
pasajeros podían escanear sus pasaportes electrónicos. Una de las
posibles implementaciones haría que los pasajeros anduviesen por
corredores por los que diversos sensores y cámaras irían aplicando estos
sistemas biométricos.
El
debate sobre la privacidad
podría ser un obstáculo para este tipo de propuestas, pero el gobierno
australiano ya aprobó una ley en 2015 en la que permitía la recolección
de datos biométricos de ciudadanos australianos y extranjeros (incluidos
menores de edad) en los aeropuertos. La fase piloto
comenzará en un aeropuerto en Canberra este mes de julio, y el objetivo es implementarlo en todos los aeropuertos internacionales antes de marzo de 2019.
F.Xataca