La sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha detectado por
primera vez nitrógeno molecular en un cometa, lo que permite acotar el
rango de temperaturas en el que se formó el cometa
67P/Churyumov-Gerasimenko.
Rosetta llegó al cometa 67P en agosto del año pasado y desde entonces
ha estado recogiendo datos sobre el núcleo y su entorno con un conjunto
de 11 instrumentos científicos.
Hacía tiempo que los científicos esperaban encontrar in situ nitrógeno
molecular en un cometa. Hasta la fecha, sólo se había detectado
nitrógeno formando parte de otros compuestos químicos, como el ácido
cianhídrico o el amoniaco.
Este descubrimiento es especialmente importante, ya que se piensa que
el nitrógeno molecular era la forma más común de este elemento cuando se
estaba formando el Sistema Solar. En sus regiones más lejanas y frías,
pudo ser la principal fuente de nitrógeno para la formación de los
planetas gaseosos. Esta molécula también abunda en la densa atmósfera de
Titán, la mayor luna de Saturno, y está presente en las atmósferas y en
los hielos de las superficies de Plutón y Tritón, el mayor de los
satélites de Neptuno.
Es precisamente en estos fríos confines del Sistema Solar donde se
piensa que se formó la familia de cometas a la que pertenece el
67P/Churyumov-Gerasimenko.
Este hallazgo está basado en las 138 mediciones realizadas por el
instrumento Rosina de Rosetta entre los días 17 y 23 de octubre de 2014,
cuando la sonda europea se encontraba a 10 kilómetros del centro del
cometa.
“La detección de nitrógeno molecular permite acotar significativamente
las condiciones en las que se formó el cometa, porque se necesitan
temperaturas muy bajas para que esta molécula quede atrapada en el
hielo”, explica Martin Rubin, de la Universidad de Berna y autor
principal del artículo que presenta estos resultados en la revista
Science.
Se piensa que el nitrógeno molecular quedó atrapado en los hielos de la
nebulosa protosolar a una temperatura similar a la necesaria para fijar
el monóxido de carbono. Así, los científicos han podido restringir los
modelos que describen la formación de los cometas al comparar la
proporción de nitrógeno molecular frente a la de monóxido de carbono
presente en el cometa y en la nebulosa protosolar, ésta última calculada
a partir del ratio medido en Júpiter y en el viento solar.
Esta proporción resulta ser unas 25 veces más baja en el cometa
67P/Churyumov-Gerasimenko que en las estimaciones de la nebulosa
protosolar. Los científicos piensan que este déficit podría ser una
consecuencia de las temperaturas a las que se formó el hielo en la
nebulosa que dio origen a nuestro Sistema Solar.
Una hipótesis sugiere que el hielo se formó a una temperatura de entre
-250°C y -220°C, y el nitrógeno molecular habría quedado fijado de forma
relativamente ineficiente en el hielo amorfo o en unas celdas de agua
congelada conocidas como clatratos, lo que en ambos casos explicaría
esta baja proporción
F.AAeroespacial
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