Un
 total de 25 científicos e ingenieros que integran el equipo de Rosetta 
en el Centro Europeo de Astronomía Espacial, de la Agencia Espacial 
Europea (ESA), en Villanueva de la Cañada, Madrid, están viviendo unos 
días apasionantes en vísperas del aterrizaje del módulo Philae en el 
cometa 67P.  Ellos son el corazón de la misión Rosetta.
Todos los datos de Rosetta, y los que se sigan obteniendo a medida que 
avanza la misión, llegarán a ESAC para su procesado y 'control de 
calidad' por parte del equipo de Rosetta en ESAC. También será en ESAC 
donde se archiven, y queden así a disposición de los científicos de todo
 el mundo.
Con la nave Rosetta se ha logrado lo que nunca se había conseguido 
antes: poner una nave en órbita de un cometa y estudiarlo a pocos 
kilómetros de su superficie. Pero Rosetta es una misión ambiciosa y va a
 por el más difícil todavía: el primer intento de aterrizaje en un 
cometa. El ambiente en el centro aeroespacial madrileño donde se 
planifican las observaciones científicas de Rosetta, es emocionante.
La misión Rosetta “ya es un éxito y un hito” en la historia de la 
exploración espacial, dice Laurence O'Rourke, coordinador de Operaciones
 Científicas de Rosetta, en ESAC. Pero esta afirmación no quiere decir 
que la parte emocionante de Rosetta haya terminado; todo lo contrario. 
El próximo 12 de noviembre será liberada del módulo orbital de Rosetta 
la pequeña sonda Philae, un cubo de alrededor de un metro de lado y 100 
kg de peso, que se posará sobre la superficie del cometa 67P tras siete 
horas de caída libre; dada la escasísima gravedad del cometa, Philae 
pesará a su llegada solo 10 gramos.
Los 25 científicos e ingenieros que integran el equipo de Rosetta en 
ESAC tienen un papel importante a la hora de que todo salga bien.
La labor principal de los científicos e ingenieros de ESAC, ha exlicado
 O'Rourke, es planificar las observaciones con los once instrumentos a 
bordo del orbitador. Además deben coordinarse estas observaciones con 
las que realicen los instrumentos a bordo de Philae, y esta labor se 
realiza igualmente desde ESAC. Tienen un papel importante a la hora de 
que todo salga bien.
“El ritmo de trabajo es intenso”, afirma Miguel Pérez Ayúcar, 
responsable de las observaciones científicas. Una vez a la semana hay 
reuniones con los equipos de todos los instrumentos situados en centros 
de investigación en Europa y Estados Unidos, pero las conversaciones son
 constantes. Los comandos para los instrumentos se suben a la nave dos 
veces por semana.
“Este es un gran reto”, ha dicho O'Rourke. “Lo hacemos porque hay mucho
 que aprender”. De esto último nadie duda. En los pocos meses que lleva 
en órbita del cometa 67P Rosetta ya ha generado una enorme cantidad de 
ciencia nueva. El periodo de descenso de Philae también se usará para 
hacer observaciones, algunas en coordinación con los instrumentos del 
orbitador.
Por ejemplo, las cámaras estarán entre los instrumentos con más trabajo
 durante la separación y el descenso hacia la superficie: Rosetta -el 
módulo orbital- y Philae se sacarán fotos mutuas de despedida. También 
harán mediciones, entre otros instrumentos, los magnetómetros 
determinarán el campo magnético y sus variaciones; y el CONSERT, que 
medirá la gravedad durante el descenso y servirá para determinar la 
posición de Philae.
Una vez en la superficie Philae empezará enseguida a tomar datos. 
Analizará por ejemplo el posible material que se haya desprendido de la 
superficie tras el aterrizaje. Y CONSERT analizará la estructura interna
 del cometa mediante ondas de radiofrecuencia largas enviadas a través 
del cometa hacia el orbitador, que para entonces estará en las antípodas
 del lugar de aterrizaje
F.AAeroespacial 
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