martes, 28 de octubre de 2014

El ‘corazón’ de la misión Rosetta palpita en Madrid

Un total de 25 científicos e ingenieros que integran el equipo de Rosetta en el Centro Europeo de Astronomía Espacial, de la Agencia Espacial Europea (ESA), en Villanueva de la Cañada, Madrid, están viviendo unos días apasionantes en vísperas del aterrizaje del módulo Philae en el cometa 67P.  Ellos son el corazón de la misión Rosetta.
Todos los datos de Rosetta, y los que se sigan obteniendo a medida que avanza la misión, llegarán a ESAC para su procesado y 'control de calidad' por parte del equipo de Rosetta en ESAC. También será en ESAC donde se archiven, y queden así a disposición de los científicos de todo el mundo.
Con la nave Rosetta se ha logrado lo que nunca se había conseguido antes: poner una nave en órbita de un cometa y estudiarlo a pocos kilómetros de su superficie. Pero Rosetta es una misión ambiciosa y va a por el más difícil todavía: el primer intento de aterrizaje en un cometa. El ambiente en el centro aeroespacial madrileño donde se planifican las observaciones científicas de Rosetta, es emocionante.
La misión Rosetta “ya es un éxito y un hito” en la historia de la exploración espacial, dice Laurence O'Rourke, coordinador de Operaciones Científicas de Rosetta, en ESAC. Pero esta afirmación no quiere decir que la parte emocionante de Rosetta haya terminado; todo lo contrario. El próximo 12 de noviembre será liberada del módulo orbital de Rosetta la pequeña sonda Philae, un cubo de alrededor de un metro de lado y 100 kg de peso, que se posará sobre la superficie del cometa 67P tras siete horas de caída libre; dada la escasísima gravedad del cometa, Philae pesará a su llegada solo 10 gramos.
Los 25 científicos e ingenieros que integran el equipo de Rosetta en ESAC tienen un papel importante a la hora de que todo salga bien.
La labor principal de los científicos e ingenieros de ESAC, ha exlicado O'Rourke, es planificar las observaciones con los once instrumentos a bordo del orbitador. Además deben coordinarse estas observaciones con las que realicen los instrumentos a bordo de Philae, y esta labor se realiza igualmente desde ESAC. Tienen un papel importante a la hora de que todo salga bien.
“El ritmo de trabajo es intenso”, afirma Miguel Pérez Ayúcar, responsable de las observaciones científicas. Una vez a la semana hay reuniones con los equipos de todos los instrumentos situados en centros de investigación en Europa y Estados Unidos, pero las conversaciones son constantes. Los comandos para los instrumentos se suben a la nave dos veces por semana.
“Este es un gran reto”, ha dicho O'Rourke. “Lo hacemos porque hay mucho que aprender”. De esto último nadie duda. En los pocos meses que lleva en órbita del cometa 67P Rosetta ya ha generado una enorme cantidad de ciencia nueva. El periodo de descenso de Philae también se usará para hacer observaciones, algunas en coordinación con los instrumentos del orbitador.
Por ejemplo, las cámaras estarán entre los instrumentos con más trabajo durante la separación y el descenso hacia la superficie: Rosetta -el módulo orbital- y Philae se sacarán fotos mutuas de despedida. También harán mediciones, entre otros instrumentos, los magnetómetros determinarán el campo magnético y sus variaciones; y el CONSERT, que medirá la gravedad durante el descenso y servirá para determinar la posición de Philae.
Una vez en la superficie Philae empezará enseguida a tomar datos. Analizará por ejemplo el posible material que se haya desprendido de la superficie tras el aterrizaje. Y CONSERT analizará la estructura interna del cometa mediante ondas de radiofrecuencia largas enviadas a través del cometa hacia el orbitador, que para entonces estará en las antípodas del lugar de aterrizaje
F.AAeroespacial

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